Los días pasan lentos e iguales en tiempos de biblioteca.
Son también días de música, de viejos y fantasmas y de amigos. La estructura se repite en un ciclo continuo y se produce un fenómeno curioso.
Bueno, aquí me despierto a las 8, me ducho con música a volumen medio para no despertar a toda la casa, desayuno en la cocina y a las 9 y poco estoy en la biblioteca.
La secuencia dicta: Estudio, descanso, estudio, comida, estudio, descanso, estudio, casa, cena, serie, cama (bis x 20).
Lo raro no es la rutina, es la monotonía. rutinas ya tenía antes.
De este modo se produce un fenómeno curioso como decía, algo que me encanta: Habitualmente pensamos en el pasado. Cualquier tiempo pasado fue bueno... todo eso. Pensamos también en el futuro, pero en el futuro lejano. Pensamos en el verano, en cuando acabe la carrera y en que oficina del INEM me apuntaré con mi flamante Master.
Bueno, en la biblioteca la vida se ve de modo diferente. Vives el presente. Vives en el estudio, en la canción, el piti o el descanso. Vives en los amigos de alrededor y en el Whatsapp. El futuro queda mucho más cerca, el futuro es el fin de examenes. Ni siquiera las notas están presentes, solo importa el día donde todo acabe y se cierre el círculo.
Claro que a algunos se nos asoman viejos fantasmas, pero son ecos. Son cantos graves pero de bajo tono que dicen: no me olvides. Son un recordatorio del pasado que se abre camino diciendo: existo, formo parte de ti.
Se valora más la distracción, la cena con amigos, la serie nueva en el ordenador y todo lo que me salve de la monotonía. Algo que nos lleve del presente a otra alternativa, un margen fuera del tiempo mientras el tiempo sigue corriendo.
Ánimo chaval, quedan dos semanas.
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