sábado, 31 de mayo de 2014

Rojo o Negro

Estoy en la biblioteca, ya han pasado un par de horas desde la comida y estoy escuchando acústicos de Editors en el ordenador. Conecto con emociones que me llevan años atrás, escuchando los mismos directos en circunstancias diferentes.
“You came by your own, and thats how you’ll leave”, “The sadest thing i’ve ever seen is smookers outside the hospital doors”…
De vez en cuando me embarga una nostalgia cálida en los días de biblioteca. Agradezco la emoción en días que parecen tan monótonos. La rutina no es monotonía y todo eso, supongo.
Llevo días en que prácticamente solo me dedico a reunir valor para ir a por lo que quiero. Se acabó la búsqueda de los momentos perfectos, mi bastón de ciego se queda en el paragüero y voy a lanzarme. Lanzarme, inmolarme, tirarme desde un sexto porque ella lo dijo, todo forma parte de ese vértigo al que me consagro.
Se acabó el regodearme en tiempos donde yo era como “El Jugador” para volver a serlo. Rojo o Negro y la determinación como única garantía. Me niego a consumirme en la cautela como todos esos razonables, racionales y expectantes cobardes. Adios hermanos, mi traición empieza hoy, recoger las cenizas de mi fracaso como una reliquia que abandere vuestra causa hacia la pasividad.
No podré oíros desde el subsuelo y si consigo el todo o nada tendré los oídos taponados por las alturas.
No cuento con el resurgimiento poético del fénix, después de la inmolación barro mis propias cenizas mientras evito compadecerme en exceso acunado en miles de páginas de libros, una vez desaparece la emoción en las palabras al extinguirse tu voz queda solo la música para dar sentido al tener un órgano auditivo.

En estos momentos pese a saber que existe la inmortalidad no tengo miedo al olvido, mi momento es ahora, la ruleta gira y solo el vértigo mueve lo que digo.